A veces tendemos a pensar de forma incorrecta que gastamos más o menos en función de ciertas actividades que realizamos cada día.

Para ello, debemos dividir el gasto calórico en dos grupos principales:

* 𝐑𝐄𝐄 (𝐂𝐨𝐧𝐬𝐮𝐦𝐨 𝐞𝐧 𝐫𝐞𝐩𝐨𝐬𝐨 𝐨 𝐠𝐚𝐬𝐭𝐨 𝐦𝐞𝐭𝐚𝐛𝐨́𝐥𝐢𝐜𝐨 𝐛𝐚𝐬𝐚𝐥)

Lo que el cuerpo consume por el hecho de estar vivo.
Por esto, cuanto más grande eres, más cuesta mantener activo tu cuerpo.
Además, a mayor volumen muscular, mayor gasto calórico, ya que el músculo es un tejido vivo que necesita que lo alimentemos (¡hay que entrenar fuerza!).

* 𝐍𝐑𝐄𝐄 (𝐂𝐨𝐧𝐬𝐮𝐦𝐨 𝐞𝐧 𝐍𝐎 𝐫𝐞𝐩𝐨𝐬𝐨 𝐨 𝐦𝐨𝐯𝐢𝐦𝐢𝐞𝐧𝐭𝐨)

Aquí se engloban todas las actividades del día a día que incluyen movimiento, desde rascarte una oreja, hasta una clase de spinning de 4 horas.

En este caso, debemos dividir en tres grupos más pequeños el consumo calórico:

𝘌𝘈𝘛 (𝘊𝘰𝘯𝘴𝘶𝘮𝘰 𝘱𝘰𝘳 𝘦𝘫𝘦𝘳𝘤𝘪𝘤𝘪𝘰 𝘱𝘭𝘢𝘯𝘪𝘧𝘪𝘤𝘢𝘥𝘰)

Este es el consumo que realiza tu cuerpo en actividades de ejercicio planificado como ir al gimnasio.

𝘛𝘌𝘍 (𝘌𝘧𝘦𝘤𝘵𝘰 𝘵é𝘳𝘮𝘪𝘤𝘰 𝘥𝘦 𝘭𝘰𝘴 𝘢𝘭𝘪𝘮𝘦𝘯𝘵𝘰𝘴)

Los alimentos generan un consumo calórico para ser digeridos.
Así, las proteínas consumen un 25-30% de las calorías que aportan en su digestión, los carbohidratos en torno a un 5-10% y las grasas es prácticamente nulo.

𝘕𝘌𝘈𝘛 (𝘊𝘰𝘯𝘴𝘶𝘮𝘰 𝘱𝘰𝘳 𝘮𝘰𝘷𝘪𝘮𝘪𝘦𝘯𝘵𝘰 𝘯𝘰 𝘢𝘴𝘰𝘤𝘪𝘢𝘥𝘰 𝘢𝘭 𝘦𝘫𝘦𝘳𝘤𝘪𝘤𝘪𝘰)

O lo que es lo mismo, tus actividades diarias: Subir o bajar las escaleras, limpiar la casa, salir a dar un paseo, hacer actividades de pie en lugar de sentado…

Como puedes ver, a parte del gasto metabólico basal, que es en torno a un 70% del gasto de tu día a día, el resto está dividido en actividades diarias, pero el ejercicio que realizas en el gimnasio es la parte más pequeña de este.
Tendemos a pensar que por ir al gym podemos comer lo que queramos, cuando el gasto que se hace no es tan grande, por lo que se tira todo el trabajo realizado.